Por tanto, cuando hablamos de una hernia de hiato nos referimos a una afección que se produce cuando la parte superior del estómago se introduce dentro de la cavidad torácica debido al ensanchamiento que sufre este orificio.
Si quieres saber más sobre la hernia hiatal, te recomendamos que sigas leyendo este artículo, donde además te explicaremos por qué se produce esta condición y sus posibles síntomas.
Qué es la hernia de hiato
Como ya hemos adelantado, una hernia de hiato, también conocida como hernia hiatal, es un trastorno anatómico donde el hiato, es decir, el orificio que se encuentra en el diafragma y separa el esófago del estómago, sufre un ensanchamiento.
Debido a ello, la parte superior del estómago se desplaza hacia arriba a través de este agujero hasta llegar al tórax.
Aunque no se sabe exactamente qué es lo que produce este problema de salud, la aparición de una hernia hiatal se suele asociar a los siguientes motivos:
- Cambios en el diafragma: en ocasiones, los músculos que rodean este orificio se pueden debilitar por la edad.
- Sufrir alguna lesión en el área: a veces, esta condición anatómica ha aparecido después de sufrir un traumatismo o tras algunas operaciones quirúrgicas.
- Defecto congénito: algunos infantes nacen con un hiato más grande de lo normal.
- Presión constante en los músculos cercanos al hiato: es decir, cuando hacemos un poco de esfuerzo como toser, vomitar o levantar objetos pesados.
Además de estas causas, también existen algunos factores que aumentan el riesgo de sufrir una hernia de hiato, como ser mayor de 50 años, consumir habitualmente tabaco o padecer obesidad.
Síntomas de la hernia de hiato
Generalmente, cuando la hernia es pequeña no suele ocasionar molestias o problemas. De hecho, muchas personas no llegan a enterarse hasta realizarse unas pruebas médicas.
Sin embargo, si la hernia se desarrolla hasta hacerse más grande, es probable que provoque los siguientes síntomas:
- Reflujo gástrico
- Acidez estomacal
- Regurgitación de alimentos
- Dolor en el abdomen o el pecho
- Dificultad respiratoria
- Dificultad para tragar
- Vómitos con sangre
- Heces oscuras
Relación entre la hernia de hiato y el reflujo gastroesofágico
Antes de nada, es importante recordar que el reflujo gastroesofágico es un malestar que se produce cuando los ácidos estomacales vuelven en sentido contrario hasta la boca, viajando por el esófago debido a un mal funcionamiento del esfínter esofágico inferior.
Sin embargo, después de leer el anterior apartado es probable que te preguntes: ¿la hernia hiatal es un causante del reflujo ácido? o ¿qué relación existe entre ambos problemas de salud?
La hernia de hiato es una de las posibles causas de que aparezca el reflujo ácido debido a que el hiato funciona como una especie de barrera que separa el esófago del estómago. Cuando este se ensancha a causa de la hernia, la zona superior del estómago se desplaza hacia arriba hasta llegar a las cavidades torácicas.
Es decir, el hiato ya no funciona como una barrera entre ambos órganos y, por tanto, al permitir que el estómago se desplace, también favorece que los fluidos o el reflujo gástrico pase con facilidad por el esófago.
Por lo tanto, se puede decir que la hernia de hiato puede favorecer el desarrollo del reflujo gastroesofágico.
No obstante, aunque la hernia hiatal puede ser una posible causa de este problema, no podrás saberlo con certeza hasta que acudas al médico y te realice los análisis pertinentes, ya que el reflujo gástrico también puede estar provocado por otros factores.
Por otro lado, también podemos reducir los síntomas y las molestias provocadas por esta afección si cambiamos nuestras pautas alimenticias y algunos hábitos de vida:
- Evita los alimentos ricos en grasas: como las carnes rojas, bollería, lácteos enteros o embutidos. También deberás moderar el consumo de comidas picantes y el de alimentos ácidos, como frutas cítricas, tomate y vinagres.
- Aumenta tu ingesta de verduras: en general se recomienda incluir frutas y verduras en la dieta, pero limitando la ingesta de vegetales que incrementan las flatulencias, como la coliflor o las coles, así como las legumbres.
- Consume mucha agua a diario: también suprime la ingesta tanto de bebidas alcohólicas como de refrescos gaseosos y/o azucarados.
- Cena al menos 2-3 horas antes de acostarte: para realizar bien la digestión. Para poder digerir los alimentos correctamente es indispensable estar en una postura vertical. De lo contrario, facilitaríamos el regreso de los alimentos a la boca.
- No tomes raciones demasiado abundantes: es mejor que intentes comer cada 3 horas para evitar la sensación de hambre.
- Realiza ejercicio físico moderado: al menos 30 minutos al día. De esta forma, evitarás tener problemas de sobrepeso, ya que la grasa abdominal suele ejercer una presión considerable en la boca del estómago, generándonos problemas de digestión.
- Intenta dejar de fumar: el tabaco aumenta el riesgo de padecer hiato, dado que el humo corroe el conducto esofágico.
Artículo publicado el 4 de diciembre de 2018